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viernes, 16 de octubre de 2009

Conversaciones en la tercera fase #8


- ¡Oye! que no puedo entrar en el programa, llevo toda la mañana intentándolo y me dice que cambie la contraseña.

- Tiene que poner la vieja y luego la nueva dos veces.

- ¡Y eso hago! Pero empieza de nuevo y no salgo de ahí, del puto cambio de contraseña.

- A ver... ¿seguro que está poniendo bien la pass vieja?

- ¿La qué?

- La contraseña. Fíjese si tienes activadas las mayúsculas o la está escribiendo mal.

- Que no, que no, que la estoy poniendo bien. Joder, llevo toda la mañana....

- ¿Y la nueva? Dese cuenta que le dice que tiene que tener entre 6 y 8 caractéres.

- Sí, sí, ¡si los tiene! Si es la misma que la vieja. !Para no olvidarme estoy poniendo la misma!

-Ya... la contraseña nueva tiene que ser diferente.

-¿Diferente? ¿Donde pone eso? Aquí sólo pone lo de los caractéres.

- Bueno, no se lo que entenderá usted por "cambiar", pero por si acaso, usted en "el cambio de contraseña" ponga una distinta, que seguro que así funciona.

- Ah, vale. Si es que estos informaticos...


Conversaciones anteriores...

Conversaciones en la tercera fase #1
Conversaciones en la tercera fase #2
Conversaciones en la tercera fase #3
Conversaciones en la tercera fase #4
Conversaciones en la tercera fase #5
Conversaciones en la tercera fase #6
Conversaciones en la tercera fase #7

viernes, 21 de noviembre de 2008

Conversaciones en la tercera fase #6

- Se rompió la calculadora. ¿Puedes conseguir una igual?
- Disculpe, pero igual no creo. Esa calculadora debe tener unos 20 años.
- ¡Bueno pues parecida! De bolsillo y de 12 dígitos. La más barata que tengan.
- Bien.


- Disculpe, ésta es la más pequeña que tienen con 12 dígitos. Cuesta 11 euros.
- ¡Pero eso no es de bolsillo! Y 11 euros... Seguro que en cualquier indio del centro la encuentras más barata.
- Lo se, pero es lo que tiene nuestro proveedor, y nos la trae sin ningún costo.
- Baja al centro y búscame otra.
- Bien.


- He encontrado ésta, de bolsillo y de 12 dígitos.
- ¿Y esas teclas tan raras?
- Es táctil. Cuesta 10 euros.
- Mmm.. a ver... no me hallo. Devuélvela y consígueme otra con las teclas de toda la vida, ¡no creo que sea tan difícil, joder!
- Bien.


- Aquí tiene. De bolsillo, 12 dígitos y teclas normales.
- No es exactamente la mía, pero bueno, vale. ¿Cuanto te costó?
- 8 euros.
- Ves... bastante más barato. Ya te lo dije.
- Bien.


Más barato... sí, si no contamos el vale de gasolina de 10 euros que pedí a tu tesorera para bajar al centro con mi coche, ni los 2 euros del parking por cada uno de los días, ni el porcentaje de mi sueldo mensual de admisnistrador de sistemas por las dos mañanas perdidas pateando tiendas para buscar la puta calculadora. La próxima vez, te bajas tú a la tienda, vago de los cojones, y compras la que a ti te guste.

martes, 12 de agosto de 2008

Tipos de clientes de un Call Center

10 meses trabajando en un Call Center en Irlanda, 5.700 llamadas y 12.000 correos electrónicos parecen ser suficientes para elaborar una clasificación de los tipos de clientes que llaman para recibir soporte a un servicio de asistencia técnica telefónica, sobre todo si quien lo hace es una emigrante canaria con algo de mala leche.

Dejo aparte a los clientes gangosos y medio sordos, porque ellos directamente no deberían llamar a ningún call center. Lo siento si ofendo a alguien pero si son conscientes de sus limitaciones, no hagan sufrir a otra persona!

Cien por cien recomendable, sobre todo si tienes pensado trabajar en algo parecido o si eres de los que piensan que el cliente nunca tiene la razón.

lunes, 2 de junio de 2008

Los directivos ganan 17 veces más que sus empleados


Creo que a estas alturas está bastante claro quienes deberían ser los primeros en empezar a abrocharse el cinturón en época de crisis. Desgraciadamente, parece que no están dispuestos a renunciar a sus pequeños lujos para que sus empresas sigan obteniendo beneficios en sus números. Mejor tirar de recortes en la nómina de sus empleados. Después de todo, sólo son los que trabajan.

lunes, 17 de marzo de 2008

Conversaciones en la tercera fase #5

X: Las cosas van mal. No se venden coches. La gente no tiene dinero.
Y: Sí, es por las hipotecas... los sueldos van casi enteros para pagarlas. No queda para comprar coches.
X: Ni coches, ni nada. La empresa de mi amigo Z es de electrodomésticos y tampoco están vendiendo. Maldita crisis.
Y: Póngale solución.
X: ¿Yo? No veo cómo.
Y: Sí, usted y sus amigos empresarios.
X: Nosotros no podemos bajar el euribor.
Y: Pero pueden subir los sueldos. Súbalos, y verá cómo así la gente vuelve a tener dinero para gastarlo en coches y electrodomésticos.
X: ...

Conversaciones anteriores: #1, #2, #3, #4

martes, 11 de marzo de 2008

Conversaciones en la tercera fase #4

V: A la Señorita A le han ofrecido una oferta de trabajo. Dice que si igualamos la oferta, se queda.
J: ¿Qué hace A?
V: Gestiona las garantías.
J: Que se vaya
V: Está dispuesta a esperar para formar a alguien antes de irse.
J: No. Que se vaya ya. Que firme la baja voluntaria hoy mismo.
V: ¿Voy mirando curriculums para contratar a alguien?
J: No. Mejor nos ahorramos el sueldo. Total, lo único que hace A es beber café y salir a fumar tabaco. Que lo haga M.

X: ¿Por fin te vas de la empresa?
A: Sí, la semana que viene. Querían que firmara ya, pero no puedo irme así, prefiero dejar las cosas atadas.
X: ¿Te enterastes lo que dijeron de tí? Que sólo bebías café y fumabas a fuera.
A: mmm.. ya.

V: El jefe de taller me dice que no dan abasto. Que las garantías no salen. Que necesitan a alguien.
J: ¿La señorita A ya se fue?
V: No, le queda una semana.
J: ¿Y entonces? ¿Qué cojones pasa?
V: Según el jefe de taller, la señorita A está todo el día fuera, bebiendo café y fumando tabaco.

viernes, 18 de enero de 2008

Conversaciones en la tercera fase #3

V: Señor J, la señorita N no puede asistir al almuerzo de empresa del sábado que anunció usted hace dos días por que tiene un bautizo de un familiar directo -(la señorita N trabaja de lunes a viernes).
J: ¿¿Cómo?? Me importan un bledo los compromisos personales de la señorita N, el empleado se debe a su empresa. Dígale usted a la señorita N que o asiste a la comida del sábado o está desde ahora mismo despedida.
V: Sí, señor.


V: Señor J, la señorita N lo ha pensado mejor y asistirá al almuerzo del sábado. Prefiere mantener su puesto de trabajo que ir al bautizo de su sobrino.
J: Bien, ahora dígale usted a la señorita N que ya no me interesa su asistencia a la comida. Dígale también al señor D que le ofrecemos un ascenso, el puesto de la señorita N.
V: ¿También el sueldo de la señorita N?
J: No, manteniendo su sueldo.
V: Sí, señor.


V: Señor J, el señor D dice que el puesto de la señorita N es un puesto de mucha más responsabilidad que el suyo y que no entiende por qué va a seguir cobrando lo mismo.
J: Bien. Despídalo, desde ya, que no venga mañana. Contrate a alguien para el puesto del señor D.
V: ¿Y la señorita N?
J: No le diga nada de momento, esperemos a que enseñe al nuevo el puesto del señor D...
V: Sí, señor.


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Conversaciones en la tercera fase

Conversaciones en la tercera fase #2

martes, 11 de diciembre de 2007

Tipos de jefes.

Hace algún tiempo hice un análisis bastante personal y subjetivo de los distintos tipos de empleados que te puedes encontrar currando en cualquier empresa de herencia en este país. A raíz de un comentario, tenía pendiente hacer lo mismo con los que dan las órdenes. Aprovechando que en estas fechas las ideas andan casi tan justas como el bolsillo, creo que ha llegado el momento de desenmascarar al otro bando.

Si eres asalariado, mileurista, currante, explotado, mancebo, obrero, esclavo o como quiera que te guste llamarte en tus ratos de euforia sindical y quieres ahorrarte más de una sorpresa cuando acabe tu precario contrato de prácticas, presta mucha atención.

1. El protector. Lo reconocerás desde tu primer día de trabajo, puede incluso que en la misma entrevista si resultas ser tú el que andaba buscando. Lo primero que hará será rodearte los hombros con su brazo mientras tranquiliza tus nervios con palabras de aliento. Se mostrará entusiasta con tus progresos e ignorará tus fracasos, conviertiéndote enseguida en su mano derecha. Te mimará hasta el punto de convertirte en el punto de mira del resto de empleados, en el tema central de sus cuchicheos. Te convertirá en "el nuevo". Pero esto no durará mucho. En el momento que más cómodo te sientas, que más consentido te tenga, tu jefe te abandonará a tu suerte en la arena, entre las fieras. Pronto quedarás relegado al oscuro rincón donde te criticaban los demás a tus espaldas y observarás horrorizado como aquel brazo protector rodea los hombros de "el nuevo".

2. El simpático. O el lobo escondido en una piel de cordero. Desde el mismo momento en que entra en al oficina, una sonrisa de oreja a oreja se dibuja en su cara. Saluda efusivamente a todos sus subordinados, interesándose por la salud de sus esposas y sus maridos, sus padres y sus madres, sus hijos y sus hijas; comentando las mejores jugadas del partido que echaron la noche anterior en la tele. Es un individuo que cae bien por defecto, alguien a quien puedes mirar a los ojos mientras mantienes una conversación en el desayuno, alguien que no perderá una oportunidad de invitarte a unas cañas al salir del trabajo, alguien, en definitiva, en quien confiar. Y lo peor es que terminas confiando. Si lo haces, prepara tu espalda para la puñalada y vete rellenando los papeles del paro.

3. El cobarde. Este es un impresentable que anda siempre de acá para allá poniéndote a parir, llamándote vago a tus espaldas, contándole miserias a los dueños de la empresa en las cenas que organiza el fin de semana para untarse el culo de baselina. Pero no los tiene. No tiene cojones de decírtelo a la cara. Cuando cometes un error, se calla. Cuando le preguntas qué es lo que has hecho mal, no te responde. Se lo guarda en su cabeza transtornada por una triste infancia para soltarlo luego a los cuatro vientos. Cuando ya es demasiado tarde, cuando encuentras sobre tu mesa la carta de despido y decides ir a hablar con él, mira para otro lado. Todos conocen la razón de tu despido.. todos menos tú.

4. El incomunicativo. Similar al cobarde salvo en que no le cuenta nada a nadie. No te ayuda cuando tienes un problema. No te da consejo. No propone cursos de formación. No te da una palmadita en la espalda ni te grita desde su despacho. Te despide y punto. Nadie se enterará jamás de sus motivos.

5. El estresado. Ninguna otra persona en este planeta tiene tanto trabajo como él. Ni los demás jefes, ni los ejecutivos, ni los inversores, ni la directiva. Nadie. No le gusta delegar. Está tan preocupado por su propio trabajo que termina descuidando su plantilla. Quizás sea el mejor que te puede tocar, así podrás pasar muchas horas perdiendo el tiempo en internet y ni se enterará. Con tanto trabajo algún día cometerá un error y terminarán despidíendolo a él, así que lo mejor es que sigas leyendo.

6. El moderno. Este es una especie rara, difícil de encontrar, de la nueva escuela, recién salido de la facultad y con un millón de masters en metodología empresarial a sus espaldas. No dicta órdenes, no echa broncas, no ridiculiza, no grita, somete a votación justa y democrática cualquier decisión que te afecte, cualquiera salvo una: tu despido. En la cola del paro descubrirás que era sólo apariencia, un raído disfraz de snob que enmascara sus ansias de poder.

7. El cabrón. El peor de todos sin duda. Es un tirano, un cacique que disfruta de su propio poder que usa sin piedad para hundir tu carrera desde el mismo momento en que comienza. Le llevarás el café mientras él te convierte en escoria ante los demás, le harás los apaños de su casa después de haberte gritado treinta veces en un mismo día, lo llevarás al campo de golf cuando su coche esté en el taller para luego ser víctima de su despotismo. Jamás llegues tarde a tu puesto de trabajo, jamás discutas una orden suya, jamás intentes aparentar que sabes más que él o conocerás la ira y la venganza de primera mano. Es un cabrón con todas la letras y si te lo tropiezas, más te vale ir presentando la carta de dimisión antes de que él acabe contigo.

Puede que alguien eche en falta un 'jefe ideal' dentro de esta clasificación. Siento ser yo el que a estas alturas tenga que abrirle los ojos, pero no viene mal que sepa que los reyes magos y el ratoncito pérez tampoco existen.


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Tipos de empleados

El señor V


jueves, 23 de agosto de 2007

Sin rencor.

Los calé nada más verlos entrar a la oficina. Él, con traje y corbata, zapatos brillantes, la cabeza bien alta, el pelo engominado, tenía ese andar característico del que quiere parecer lo que no es. Ella, vestida de firma y recién salida de la peluquería, seguramente aleccionada y acostumbrada desde muy joven, lo llevaba mejor. Él traía una carpeta bajo el brazo, nueva, cerrada y sin muchos papeles en su interior. A ella le colgaba un portátil del hombro. Hablaban entre ellos de lo que parecía un tema trivial, sonriendo, como intentando quitar hierro al asunto. Pero se les notaba. Aquellos dos venían a vender.

Me levanté del asiento, cogí el paquete de tabaco de encima de la mesa y me dirigí hacia la puerta. Iban directos al despacho del jefe. Me crucé con ellos a medio camino.


- Buenos días.

Lo dije bien alto, mirándolos a la cara, incluso disminuyendo la velocidad de mi paso. Quería darles una oportunidad. Él levantó el mentón, miró fugazmente a algún punto indeterminado entre mi pecho y mi boca y murmuró algo inentendible. Ella ni siquiera movió los ojos. Ya lo había hecho al levantarme, al caminar, de arriba abajo y sin ningún pudor. Sólo necesitó un par de segundos para decidir que las all star desgastadas, los vaqueros rotos, la camiseta lisa, la barba de tres días y el pelo revuelto no le interesaban.


Salí de la oficina y bajé al fumadero. Tardé unos quince minutos en volver a subir. No tenía ninguna prisa. Para cuando lo hice, aquellos dos ya estaban sentados delante de mi mesa. Se apuraron a levantarse al verme llegar. Ahora sí me miraron a la cara, sonriendo amablemente, con las manos dirigidas hacia mí. Ahora sí. Les di la mano y de nuevo los buenos días, también sonriendo.

- Buenos días! Ya nos han informado que es usted el que lleva todo lo relacionado con la informática en la empresa, así que permítanos que le informemos que somos una gran empresa de consumibles que... ...los mejores precios del mercado... ...garantía insitu... ...somos muy importantes... ...grandes clientes que han confiado en nuestros servicios...


- Me parece muy interesante, pero ahora mismo no tengo demasiado tiempo. Déjeme la información y ya los llamaré.


Jamás he vuelto a hablar con ninguno de ellos.


Fotografía: Mads1539

lunes, 30 de julio de 2007

De vuelta y media.

Nadie necesita tanto unas vacaciones como la persona que acaba de tenerlas.

Anónimo.

lunes, 21 de mayo de 2007

Tipos de empleados.

Si eres empresario de herencia, si tu papá te dejó un imperio que levantó de la nada, si no has trabajado en tu puta vida a las órdenes de nadie para llevar el pan a tu mesa y ahora te ves con un regimiento de nóminas a tu cargo, quizás te interese saber que tus trabajadores no son lo que parecen. A tus ojos serán buenos o malos empleados, prescindibles o imprescindibles, sumisos o subversivos, pero la realidad es muy distinta y puedes acabar llevándote una desagradable sorpresa. Ten claro que te engañan, que te timan, que nada es lo que parece, que el hábito no hace al monje y que no es oro todo lo que reluce. Aprovecha esta oportunidad porque seguramente será la última.

1. El currante. De estos hay muy pocos. Están en su puesto de trabajo 15 minutos antes de su hora y se marchan 15 minutos más tarde. Nunca se quejan, no piden aumentos, no se meten en rencillas internas, no te critican y no te hacen la pelota. No tienen tiempo porque pasan toda su jornada concentrados en su trabajo, que hacen lo mejor que saben. Y suelen hacerlo bien, aunque sea por empeño. Desgraciadamente tú nunca te darás cuenta de esto, y aunque sean los ideales para que terminen en los puestos de responsabilidad de tu empresa, acabarán marchándose por no sentirse valorados al ver que los galones se los llevan los demás.

2. El que parece currante. Estos también llegan antes y se van tarde, pero sólo cuando tú los miras y sólo para sentarse a leer el diario on-line que más les interese. Sólo trabajan cuando estás presente. Se preocuparán mucho de que sepas todo lo que trabajan y de que no te enteres de lo que realmente hacen cuando tú no estás. Su trabajo lo hacen los demás mientras ellos se rascan la barriga y se miran el ombligo. Suelen terminar siendo jefes de algún departamento de tu empresa.

3. El desganado. O ex-currante. Se quemó y pasó de ser un trabajador responsable comprometido con su trabajo a un espectro que se limita a llevar sus tareas más o menos al día, sin importarle demasiado lo bien o mal que las desempeñe. Se escaqueará siempre que pueda y no hará nada porque creas lo contrario. Desde que le salga algún trabajo similar con mismo sueldo se largará de tu empresa, o lo terminarás despidiendo tú por bajo rendimiento. No es recuperable.

4. El quejica. Anda siempre de acá para allá con actitud sindicalista. Para él todo es ilegal, nada está contemplado en su contrato y su convenio no es el que debería ser. No te preocupes por él, hará todo lo que le digas, pero no sin antes quejarse de lo poco que cobra y de lo mucho que trabaja. La mayor parte de ellos son buenos trabajadores y sus quejas suelen ser fundadas. Si tienes alguno así en tu empresa, escúchalo. Te llevarás más de una sorpresa.

5. El Chivato. Aquí suelen entrar tus familiares y tus amigos, aunque no necesariamente. Por regla general les habrás dado poco trabajo para que pasen la mayor parte del tiempo vigilando al resto y puedan contarte lo que se cuece en la empresa cuando tú no estás. Acaban siendo odiados por sus compañeros. Ten mucho cuidado con ellos, al final todo lo que te digan será en su propio beneficio, por envidia o por joder a los que no lo pueden ni ver. Suelen ser los responsables de levantar falsos rumores en la empresa. También serán jefes de algo algún día.

6. El Trepa de toda la vida. Sin duda, el peor de todos. Tiene lo malo del resto de categorías. No curra aunque aparenta que lo hace. Se escaquea sólo si está seguro que no lo van a pillar y no le preocupa lo bien hecho que esté su trabajo, siempre que parezca que lo está. Se queja de todo sin que tú lo oigas, hasta de tí. Siempre está pendiente de lo que hacen los demás para disponer de chismes que llevar a tus oídos. Se colgará él solito los galones. Te hará la pelota sin compasión y tú lo convertirás en tu persona de confianza. Acabará dirigiendo tu empresa por tí y dirá al resto del equipo que lo hace mejor que tú. Con el tiempo se convertirá en esto y tu empresa se hundirá ella solita en la quiebra, arrastrándote a tí hasta el fondo del abismo. Con un poco más de mala suerte a lo mejor tienes hasta que trabajar para comer y pagar una hipoteca el resto de tu vida.

Así que ya sabes, si valoras en algo esa empresa que te cayó del cielo, que sólo te costó alguna indigestión de orgullo y dos o tres collejas, preocúpate por recompensar al que realmente se lo merece y no al contrario. Sólo tienes que fijarte un poco en los demás, interesarte por su trabajo, preocuparte de su interés y sacar tus propias conclusiones, en vez de dar crédito a las culebras que salen de la boca del trepa de turno.

lunes, 7 de mayo de 2007

El idioma del nota.

Se me hace muy difícil hablar otra vez del nota, la pesadilla de cualquier informático y de cualquier persona que trabaje a su lado. Es de ese tipo de gente a la que se le coge cariño muy pronto, a pesar de su condición de trasto. Todo le sale rematadamente mal. Si le dejas las llaves de tu coche para que te lo mueva porque está mal aparcado, estate seguro que te rozará la defensa con algún poste salido de la nada. Si quedó con un cliente problemático a las nueve de la mañana en su mesa, lo pillará un atasco y llegará tarde a su cita, pero se las arreglará para llamarte por teléfono para que lo entretengas en su ausencia. Si necesita algún material del almacén, siempre le tocará el roto. El nota es algo así como una tostada andante, de esas de las que hablaba Murphy en sus leyes, las que siempre caen por el lado de la mantequilla. Sin embargo, como ya dije, es buena gente y después de todo terminas esbozando una sonrisa cada vez que lo ves correr apurado por los pasillos.

El viernes por la tarde me fue imposible ser sincero con él.

-El teléfono no me funciona, perdona, la gente no me oye, tengo que repetirlo todo tres veces porque la gente no me oye. Vaya mierda de teléfono, a ver si compran teléfonos nuevos que no se van a arruinar! Que la gente no me oye, coño!!!

Que no se iban a arruinar estaba claro, pero también que él era el único en la empresa que tenía un teléfono nuevo. Probé el auricular de todas las maneras posibles y funcionaba perfectamente. No tardé mucho en darme cuenta de dónde estaba el origen del problema, pero no me sentí con fuerzas de decirle la verdad.

Si lo conociérais, si lo hubiéseis escuchado alguna vez hablar, sabríais de a lo que me refiero. Parece una locomotora. Las sílabas se le amontonan en la boca y las escupe como puede, sin orden ni concierto. Repite palabras, se las inventa, las modifica a su antojo y las ordena y desordena según sea su ritmo cardíaco. Los que trabajamos con él estamos tan acostumbrados que a veces olvídamos esa característica suya. Parece que él también.

Que no, amigo, que no, que el teléfono está bien. No es que los clientes no te escuchen, es, sencillamente, que no te entienden.

Pero no tuve valor...

Supongo que habrá que cambiarle otra vez el teléfono.

jueves, 29 de marzo de 2007

Conversaciones en la tercera fase.

V: ¿Qué hace L hablando con H en la calle?
X: Ya terminó su turno y H es su amiga.
V: H ya no trabaja con nosotros y no es bienvenida en la empresa
X: ..pero es su amiga..
V: Le dices a L que a partir de ahora tiene terminantemente prohibido hablar con H.
X: ¿En su tiempo libre?
V: ¡¡Sí, en su tiempo libre!!


V: ¿Donde está M?, ¿Por qué no fichó?, ¿No ha venido todavía? ¿Es que hoy no piensa trabajar?
X: Está en el médico.
V: ¿Y no avisa? ¿Pero quién se cree que es? !!Aquí cada uno no puede hacer lo que le venga en gana!!
X: Llamó esta mañana porque le dolía el estómago. Ahora mismo está en el médico.
V: ¡¡A partir de ahora todo el que se vaya a poner enfermo tiene que avisar por escrito con días de antelación!!
X: ¿?.. sí, señor.


V: M lleva ya un mes de baja.
X: Tiene rotos los ligamentos del tobillo, creo que va para largo.
V: Llamas a M y le dices que o pide el alta o lo despedimos.
X: ¿? ..pero está de baja, el médico dice que no puede caminar..
V: ¿El accidente fue trabajando? No... ¿verdad? Fue jugando al fútbol... Pues entonces lo llamas y le dices que o se reincorpora al trabajo o lo despedimos. ¡¡Ya está bien de tanto pensar en pasarlo bien y nos centramos un poquito más en el trabajo!!
X: ..sí, señor.


Conversaciones reales mantenidas por el
Señor V. con sus monos.

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jueves, 1 de febrero de 2007

La familia.

- ¿El larguilucho ese con cara de tonto que se sienta en frente mío es mi nuevo jefe?
- No. Es el nuevo administrativo.
- ¿Y porqué me habla como si lo fuera?
- Porque lo será algún día. Es el primo del dueño.
- ¿y porqué se quiere enterar de todo?
- Porque también es su espía.
- ¿Cómo el otro primo, el que ya es jefe?
- Peor... éste es un poco más listo.

martes, 30 de enero de 2007

Consejos para la compra de un coche nuevo.

Los que me conozcan y lean el título de este post pensarán que estoy perdiendo la cordura. Ellos saben que no tengo ni idea de motores, ni de cilindradas, ni de caballos de potencia. Saben que no me interesan lo más mínimo ni el ESP, ni el ABS, ni los navegadores GPS. Son conscientes de mi absoluto pasotismo ante colores de carrocerías, lunas tintadas, llantas de x" o sensores de aparcamiento. Me han visto muchas veces en un tren de autolavado y aseguro que ninguna con un trapo sacándole brillo al huevo.

Mi interés por los coches se limita a su función: me mueven. Tengo uno por necesidad y, aunque lo uso muchísimo tanto en el trabajo como en mi vida privada, no me quitan el sueño los rallones que pueda tener o lo poco brillante que esté el metalizado de la carrocería. Al tunning lo que es del tunning. Entonces, ¿que hace un profano en la materia dando consejos sobre compras de automóviles? Muy sencillo. Por circunstancias de la vida llevo más de un año trabajando en una empresa de automoción, un señor concesionario de una de las marcas que más vende en este país. Aunque mi función, como ya he comentado en alguna ocasión, sea arreglar todo lo que tenga botones y no esté dentro de un coche, parece que algo se va pegando, sobre todo
cómo funcionan los métodos de venta de los comerciales y de los que están por encima de ellos.

Esto no pretende ser por tanto una guía técnica para comprar un coche nuevo, sólo son algunos consejos personales para que
no te tomen el pelo, que visto lo visto me atrevo a decir que últimamente se toma bastante.

Ahí van los consejos:

1. Si tienes clara una marca,
visita todos los concesionarios de esa marca que puedas. Son distintas empresas y los precios pueden variar mucho. Aunque los fabricantes pongan sus precios, ya sabemos como son los empresarios con sus imperios y ninguna marca va a decirles lo que tienen que hacer con su dinero. Recuerda pedir siempre el precio final incluyendo impuestos, gastos de transporte y matriculación.

2. Cuando encuentres el mejor precio,
vete a la sucursal más pequeña, la peor situada y con menos movimiento del concesionario. El vendedor de coches trabaja a comisión y por objetivos. Te regalará a su madre si hace falta para venderte el coche si sus números son bajos. Además suelen tener un límite en los gestos comerciales, es más probable que el vendedor de esa sucursal nunca pase esos límites y con suerte le saques la alarma, los cristales tintados, los triángulos, la lámparas, el radiocd, el navegador y el llaverito con linterna.

3.
*** El precio de las alfombras de goma viene incluido en el precio de los coches. Cuando algún vendedor te diga que te regala las alfombras, siéntete libre de llamarlo gilipollas a él, que tú no lo eres.

4.
Nunca aceptes una ampliación de garantía como regalo. Te la van a terminar cobrando.

5.
Compra el coche que tú quieras, en el color que tú elijas y el modelo que más te guste. El vendedor hará todo lo posible por venderte el que tiene en exposición, aunque sea verde berenjena con la tapiceria azul eléctrico. Si lo ves demasiado desesperado por venderlo, intenta pedir un buen descuento. Las marcas penalizan a los concesionarios cuando determinados coches se quedan en exposición demasiado tiempo, ya sea por sus características (precio elevado, mercado equivocado..) o por la ausencia de buen gusto del jefe de ventas de turno a la hora de pedir los coches a la fábrica.

6.
Mucho cuidado con la financiación. Las financieras son la principal fuente de ingresos de los vendedores de coches. A más interés, más cobra él y más pagas tú. Si te lías con los tipos de interés multiplica lo que pagas al mes por el numero de meses y listo, a comparar. Cualquier banco te dará mejor interés con un prestamo personal que el que pueda darte una financiera (salvo ofertas especiales), sobretodo cuando el que fija tu cuota también saca tajada.

7. Un coche de
Kilómetro Cero no es una ganga. Es, supuestamente, un coche que el concesionario compra a la fábrica para demostraciones con los clientes, a muy buen precio. La realidad es que los usan los gerentes, jefes de departamento, vendedores y lameculos para sus desplazamientos. Luego les ponen el cuentakilómetros a cero y los venden un poco más baratos que si fueran nuevos. Tú verás si los compras o no, sólo ten claro que aunque tengan sus ventajas, estás comprando un coche de segunda mano casi a precio de nuevo.

8. Y último. Ninguna vendedora, por muy buena y desesperada que esté, se va a acostar contigo para venderte el coche. Si le quieres comprar una tartana porque sus tetas te la ponen dura es tu problema, pero no esperes nada más. Si eres mujer no creo que tengas intención de tirarte al vendedor al comprar un coche, pero si es así, disfrútalo.

Seguro que se me queda alguno, si me acuerdo ya lo añadiré.

Si algún vendedor de coches lee esto y se siente ofendido.. ya le vale!

*** Es cierto que las alfombras no vienen con los coches desde la fábrica, aunque el mensaje sigue siendo el mismo.


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miércoles, 10 de enero de 2007

El señor V. Un cabrón con poder.


Cabrones hay muchos y en muchos sitios. Los encuentras en el supermercado jodiéndote los tobillos con el carrito, en el banco atendiéndote como a un perro si no tienes muchos ceros en tu cuenta, en la carreretera al volante de una horterada rodante pegándose a tu culo con cara de pavo real, en las playas tirando su mierda en la arena, en vez de tragársela y atragantarse con ella, limpiándose su orgullo con la dignidad de los camareros cuando comen en los restaurantes del centro, y un largo etcétera.

Cabrones con poder hay menos, pero son los más peligrosos. Se esconden sobre todo en la política y en las grandes empresas. Mi roce con el hilarante mundo de las urnas ha sido mínimo, por no decir nulo, sin embargo me ha tocado trabajar mucho con empresarios con poder y dinero. En la empresa en la que trabajo ahora hay unos cuantos cabrones con poder. Voy a hablar sólo de uno de ellos, de momento, al que llamaré, por respeto a su familia, señor V.

El señor V es un lacayo, un perro de presa fiel a su amo, un lameculos sin escrúpulos. Su principal función en el engranaje es la de acosar sistemáticamente al empleado con el fin de que sea más productivo en su trabajo. Sistema equivocado que heredó de otros tiempos, cuando tener una nómina era casi como convertirse en esclavo con un látigo pegado en la espalda. No atiende a razones, sólo cumple órdenes. Las pocas ideas que se le ocurren son tanto o más perversas como las que le transmite el dueño de la empresa, así que en el fondo me alegro de que no piense demasiado.

El señor V no te habla, te escupe. Le gusta hacerlo, y se crece con sólo imaginárselo, se recrea en su propio super ego. Te humilla si puede. Cuanto más hundido te vea en el pozo, más cerca estará él de las nubes, tirando del cubo. Sin corazón, sin honor, sin humanidad. Sinvergüenza. Te comunica los despidos, los avisos de faltas y demás noticias por burofax. No tiene cojones para hacerlo a la cara, porque sabe que después de despedirte tendrá que vérselas contigo fuera del abrazo protector de su amo, fuera de la empresa, en el mundo real, donde su poder no le sirve para nada.

Para el señor V tu trabajo no vale nada. Hagas lo que hagas está cogido con pinzas y él lo habría hecho mucho mejor. Cualquiera puede hacer tu trabajo y seguro que con más eficiencia, eres completamente prescindible y se encarga de recordártelo día a día. Eres un cero a la izquierda. Tus ideas son suyas y como suyas se las transmite a su amo, así que más te vale no contárselas si no quieres que se ponga tus medallas.

No entiende de días de asuntos propios, ni de enfermedades, ni de llevar a tu hijo al médico. No son excusas. Para él el trabajo es lo primero. ¿Vivir? para qué! si puedo trabajar...

Así de cabrón es el señor V, a grandes rasgos. Sólo una vez al día se baja de su pedestal de soberbia para dar el parte diario de incidencias y cotilleos a su amo. Hay que verlo, es patético. De pronto su espalda se encorva, la barbilla se le acerca al pecho, las manos le sudan y las piernas le tiemblan. Si el amo se mueve él va detrás como un conejito. Y yo, que tengo la suerte de verlo a diario, no puedo sino reírme y sentir lástima de su triste vida, de su existencia gris. Debe de tener muchísimos fantasmas rondando su cama a la hora de irse a dormir. No cambiaría mis 1.200 momentos felices por sus 4.000 problemas de conciencia.

Algún día hablaré del amo del señor V, el auténtico cabronazo. Algún día...

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Aclaración: El señor calvo de la fotografía no es el señor V, aunque se le parece. La foto la saqué de aquí


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jueves, 4 de enero de 2007

Feria Intersolar 2007

El Instituto Español de Comercio Exterior “ICEX”, convoca por primera vez la participación española con Pabellón Oficial en la Feria INTERSOLAR 2007 a celebrarse en Freiburg (Alemania) del 21 al 23 de junio de 2007.

El plazo de admisión de solicitudes finaliza el 26 de enero de 2007.

La documentación deberá enviarse al ICEX (Paseo de la Castellana, 14-16 – E-28046 Madrid) o a la Dirección Regional o Territorial de Comercio correspondiente a su Comunidad Autónoma.

Más información en:
intersolar
icex

martes, 26 de diciembre de 2006

La nochebuena china.

Pensaba que era un mito alimentado por sus famosas huelgas de superproducción, pero después de verlo con mis propios ojos ya estoy convencido. Lo llevan en la sangre. Trabajo, trabajo, trabajo.

La noche del veinticuatro, a eso de las nueve y media, antes de que empezara la cena de nochebuena, yo buscaba una máquina dónde comprar tabaco. Supongo que los fumadores sabrán a lo que me refiero, ese sudor frío, esa ansiedad... Por fin encontré un bar que regenta una familia china. Estaba abierto, completamente abierto. En la barra estaban sentados cuatro inadaptados, tan enganchados al alcohol como yo al tabaco. Todas las mesas estaban vacías, todas menos una. En la última, los dueños del bar celebraban la navidad.

Era una escena grotesca. Nada más entrar al bar el cabeza de familia se levantó de su asiento y me despachó mi caja de tabaco. Le pedí una cerveza y me la sirvió con una sonrisa. Aprovechó para llenar algunas copas y preparar un bocadillo de lomo para una chica que entró detrás de mí. Luego volvió a la mesa donde cenaba con su familia. Cuando terminé mi cerveza miré al fondo. Enseguida el chino vino a cobrarme. Le pagué, le desee una feliz navidad y me fui a cenar.

¿Necesidad? No lo creo. Un café, alguna caja de tabaco, un par de whiskys. No creo que fueran horas rentables. Eso es adicción.

martes, 5 de diciembre de 2006

Bolsa de Trabajo

Ultimamente vengo notando un extraño fenómeno que se produce en los ordenadores estropeados cuando estoy cerca: se arreglan. Esto no debería extrañarme teniendo en cuenta que soy técnico de sistemas y de hardware. Todo lo contrario, tendría que volverme loco de contento. Y es que buena parte de mi trabajo consiste básicamente en eso, arreglar los destrozos que los usuarios, los bichos, el polvo o las subidas de tensión provocan en el software y el hardware de los pc´s de la empresa en la que trabajo. Sin embargo cuando el problema se soluciona con sólo acercarme y echar una mirada (literal), el listón de mi ego sube por encima de los niveles a los que me tiene acostumbrado.

Hasta hace unos meses me había pasado en algunas ocasiones y mi reacción era siempre decir, es que me tienen miedo, y la gente soltaba una sonrisa, mezcla de compromiso ante el chiste malo y vergüenza por haberme hecho mover de mi silla para nada. Lo atribuía a casualidades, pero ahora... ahora es la gente la que exclama ¡te tienen miedo! y no salgo de mi asombro. He llegado hasta a pensar que hay algún tipo de conspiración de mis compañeros de trabajo, pero ya lo descarto. No es normal. Me siento como un médico, ya saben, cuando vas a la consulta y se te quita el dolor de repente, con una sola diferencia: a los ordenadores no les vuelve el fallo cuando yo me voy y el cabrón del dolor sí que vuelve cuando sales de la consulta del médico.

¿Han visto El protegido? ¿Estaré predestinado a convertirme en un superheroe, arreglando ordenadores sólo con mi presencia a lo ancho y largo de este planeta? ¿o de otros planetas? ¿Superpcman? que yuyu..

Así que ya saben, señores ejecutivos de Microsoft, Sun o Intel.. si quieren contratarme, no duden en ponerse en contacto conmigo. Estaré encantado de vender mis servicios por una buena nómina, que lo de ser superheroe y entregar mis poderes para el bien de la humanidad... va a ser que no.

sábado, 25 de noviembre de 2006

La nota del nota

En cualquier lugar donde se reunan más de diez personas siempre hay alguna que no tiene ni puta idea de cómo manejar un ordenador (menos en la campus party, claro). Esto no es ni bueno ni malo, es como decir lo mismo de conducir, de nadar, o de poner una lavadora. Allá cada uno con lo que sabe o lo que no sabe, pero cuando la ignorancia de uno compromete la integridad mental del otro.. la cosa cambia.

En la empresa dónde trabajo tengo un compañero que es de los que nacieron para cualquier cosa menos para coger un ratón. No es que no quiera, el tío lo intenta, pero debe tenerme marcado como spam en su neuronas porque no pilla nada de lo intento explicarle. Ya desistí. Así que ahora cada vez que tiene que sacar una presupuesto, una factura o buscar algo en la red se lo hago yo mismo y me evito dolores de cabeza. Hasta el otro día...

- Oye.. que necesito mandar un emilio a un cliente... ¿te importaría echarme una mano?

- Claro que no. Tú escríbeme en un papel lo que quieres que le envíe y déjamelo sobre la mesa, que yo se lo mando.

- Gracias

¿Gracias? y una mierda. No creo que tenga que explicar que la nota que me encontré sobre la mesa es la especie de receta médica que ilustra este post. ¿Alguien entiende algo? Invito a unas garimbas al valiente que lo descifre.

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